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¡Te vacunaron!

Una de las expresiones populares de nuestro lenguaje es afirmar que nos “vacunaron” cuando hemos sido sorprendidos, nos han dado la vuelta o nos han querido tomar el pelo. Es decir, de alguna manera se ha querido asociar la vacunación a una experiencia dolorosa o inconveniente. Sin embargo, hay otra manera de ver las cosas, como cuando dejamos de referirnos a la vacunación en sentido figurado y la mencionamos para prevenir una enfermedad o para salir de ella. Allí sí que es importante para nosotros y para nuestras familias buscar la protección de la medicina, aun cuando tengamos que sentir el dolor temporal de un pequeño pinchazo.


Comento esto porque tenemos ya 20 meses de enfrentar una pandemia que ha traído mucho dolor y luto a las familias guatemaltecas. El COVID no ha respetado edad, posición económica o procedencia étnica. Pero hoy la medicina ha dado una respuesta a esta enfermedad. De una manera rápida y segura, los sistemas de salud del mundo han producido vacunas para reducir el riesgo de que esta enfermedad se agrave y pueda resultar en la muerte de quien la padece. Los datos estadísticos demuestran que quienes se han puesto la vacuna, en las dosis correctas, tienen una alta probabilidad que no tengan que llegar nunca a un hospital para recibir tratamiento en condición grave, permitiéndole superar la enfermedad con efectos relativamente suaves.


Las vacunas no son nuevas para nosotros. Muchos hemos recibido en nuestra infancia vacunas contras las principales enfermedades que aquejan a los niños, tal el caso del sarampión y la varicela. De hecho, el mundo le ha ganado la batalla a una de las enfermedades más insidiosas que han existido. Me refiero al polio, que afectaba gravemente el desarrollo de las extremidades de los niños y que hoy gracias a la vacunación masiva, casi se ha erradicado en todo el planeta. Así que la vacunación ha probado ser extremadamente positiva cuando la población reacciona favorablemente.


Guatemala tiene hoy vacunas para todos. Gracias a los esfuerzos de distintas entidades los puestos de vacunación ofrecen una medida de protección para nuestras familias al alcance del brazo. Demos entonces un sentido positivo a la expresión y digamos ahora con mucho orgullo: sí, a mí ya me vacunaron!

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