En la década de los años veinte, un dramaturgo italiano de nombre Luigi Pirandello presentó una obra de teatro que causó gran sensación por su argumento y su formato. Se trataba de una representación en la que seis personas, todas ellas “personajes” de una obra de teatro aún sin título, texto o autor, buscan desesperadamente a un escritor que quiera incluirlos en el libreto de una obra para que así ellos puedan finalmente representar su historia. Es decir, la trama y los personajes estaban listos, pero no tenían al autor que los pusiera en una obra de teatro para ser representada. Este curioso y enredado argumento es lo que sitúa a esta pieza en el género del teatro absurdo, una corriente artística de la que formaron parte en el Siglo XX otros connotados dramaturgos como Eugene Lonesco y Samuel Beckett, este último con su obra clásica “Esperando a Godot”.
Este tema de los seis personajes que no pueden cobrar vida si no es través de alguien más, en este caso del autor al que tanto buscan, recuerda y se asemeja un tanto a la vida política de nuestro país. Mucho se ha dicho que hay buenos guatemaltecos que pueden ejercer una excelente función pública, pero que no encuentran ni el canal ni la oportunidad de servir. Ciertamente los partidos políticos no han cumplido con su función de atraer de manera estable a cuadros profesionales para el ejercicio de la función pública, pero también hay un tema de personalismos y liderazgos caudillistas, que en ocasiones ahogan cualquier intento de crear una suerte de institucionalidad profesional en el seno de las agrupaciones políticas. Es decir, se suele prestigiar más la mera labor de organización, recaudación y proselitismo, que contar con un núcleo de personas formadas en gestión pública o planificación económica y política.
En los albores de 2022, eminentemente pre electoral, estaremos asistiendo al posicionamiento de los liderazgos políticos que buscan llegar a la Presidencia. Les veremos más a menudo. Opinarán más sobre los temas de agenda y en el caso de los líderes de oposición, seguramente serán mucho más críticos de lo que lo han sido hasta la fecha. Eso es muy normal, pero lo que no es tan evidente es cuáles son los equipos con los que estos políticos cuentan. Me refiero a aquellos que llegarán junto al Presidente a hacer función pública y que, de alguna manera, traducirán o no las promesas de campaña en resultados concretos. Es por esa razón por la que es muy importante preguntar, inquirir y demandar a estos líderes quiénes son los que les acompañan en esa tarea. Ello, para evitarnos el desaguisado de resultar con equipos de gobierno desconocidos, poco competentes o peor aún, indeseables. Ortega y Gasset acuñó la famosa expresión de “yo soy yo y mi circunstancia”. Pues bien, parafraseando al intelectual español, la circunstancia del político son precisamente sus equipos. Votar a un candidato no solo es optar por su liderazgo, sino también por su red, sea esta buena o mala.
Es allí donde están esos seis personajes guatemaltecos -como los de la obra de Pirandello- que, teniendo competencias y vocación de servicio, probablemente no han encontrado al autor que los convoque, al autor que les de la posibilidad de representar su adecuado papel en la gestión pública. Ojalá este año venidero sea ocasión para fortalecer la vida política y que, junto al discurso y las puestas en escena, los buenos guatemaltecos tomen interés por la cuestión pública. Solo alineando autor, trama y personajes se podrá tener una mejor representación.
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