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Macbeth

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Nada mejor para comenzar la temporada de ópera que con el encuentro entre dos grandes: Shakespeare, literato inglés, y Verdi, músico italiano. Esta ópera relativamente temprana de Verdi en una combinación de buena música, un drama semi histórico y cuentos de aparecidos. Todo un coctel atractivo.

Acto I. Escena 1

Tres temas se escucharan en el preludio de la opera. El primero, a cargo de las maderas, será el encargado de caracterizarnos a las brujas. Luego un estruendo en los instrumentos de bronce, que nos comienza a perturbar y finalmente una melodía a cargo de los violines, casi sollozantes.

Las brujas aparecerán en grupos de tres. Luego de una breve conversación entre ellas, se oye el redoblante, que nos anuncia la llegada de macbeth y su acompañante banquo.  Las adivinas lanzan a Macbeth entonces las trágicas profecías antes de desaparecer.

Dúo entre Macbeth y Banquo.
En un modo shakespearano en el que cada quien reflexiona lo suyo, el dúo entre los protagonistas tiene una pequeña incongruencia de libreto, producto de las revisiones a las que Verdi le sometió: Macbeth habla de dos profecías ya cumplidas, cuando al espectador solo le consta una de ellas. En fin, El dúo concluye con la salida de los personajes y la reaparición de las brujas, que a ritmo de tarantella, continúan con su aquelarre infernal.

Acto I escena 2.

Lady Macbeth hace su entrada leyendo una carta.  Es una costumbre operatica que las cartas se leen, no se cantan y aquí Verdi decide respetar la tradición. Luego vendrá la cavatina -pieza musical menor que un Aria- en la que Verdi exige de la soprano una tarea casi imposible: llegar a un do agudo en menos de dos minutos de haber hecho su aparición.

Luego de la entrada del rey al palacio, acompañado por una criticadísima música, más propia de una banda de pueblo que de un cortejo real,  escucharas a Macbeth cantarle al puñal. Es importante hacer notar que el instrumento que acompaña a Macbeth es el corno inglés, que por primera vez se utilizara en la opera como un instrumento con personalidad propia.

Luego del dúo entre Macbeth y su esposa, donde podremos ver al desnudo el ama de ambos conspiradores, Dunquo y Macduff descubrirán el cadáver del rey.  Timbales y trombones acompañaran al coro que condena al desconocido asesino.  El acto terminara con un coro que nos recuerda al va pensiero de Nabucco.

Acto II escena 1.

Los esposos asesinos planean un segundo golpe para limpiar la mesa. Oye el acompañamiento musical a Lady Macbeth: siniestra como su alma.
 

Acto II escena 2

Los conspiradores se preparan. Salvo el canto silábico, típico de los conspiradores en la opera, la música suena más a un coro de Oktoberfest que a un grupo de asesinos en potencia. Banquo cantara sus preocupaciones en un aria, antes de recibir la herida mortal.

Acto II escena 3.

El banquete comienza con una música festiva. Lady Macbeth hará un brindis, en letra y estilo muy a la usanza de la campiña italiana, no de la Escocia del siglo 11.

La escena más impactante viene luego. Macbeth es avisado de la muerte de Banquo y se apresta a sentarse en su silla cuando ve su fantasma allí. Solo el puede verlo (incluso en algunas producciones, nosotros el público, tampoco. Veamos que nos depara el Met). Lady Macbeth preocupada por la salud mental de su esposo, retoma el brindis, pero infructuosamente: el sigue batallando con el espectro. El acto concluye con un ensamble muy poderoso. Oye como con letra diferente, pero música similar, los esposos se delatan en secreto ante nosotros.

Acto III.

Las hechiceras, a ritmo galopante, preparan el brebaje en el caldero. Con la llegada de Macbeth convocan a las figuras que dirán el futuro al rey. En ocasiones, se solía intercalar aquí un ballet, que por razones de hacer breve la obra, usualmente se cercena.

Precedidos de trombones y cornos aparece la primera figura: un guerrero usando un casco de guerra. Lanza su augurio.  La segunda aparición será un niño, cuya voz es usualmente interpretada por una soprano atrás del escenario y quien lanza también su extraño presagio. Por último, asemejando gaitas escocesas, los instrumentos musicales presentan la última aparición: los espectros de los futuros reyes de Escocia, precedidos nada menos que por el propio Banquo, a quien Macbeth ha despachado pocos días atrás.

Acto IV. Escena 1

El coro patriótico que cantan los escoceses exiliados pareciera evocar al patriotismo de los espectadores italianos que presenciaron esta obra cuando Verdi la estreno.  No obstante no tuvo el mismo efecto catalizador que si tuvo el va pensiero de Nabucco. Luego Macduff y Malcom se preparan para la guerra, invitando a sus soldados a utilizar un camuflaje que de paso hará cierta la extraña profecía.

Acto IV. Escena 2.

La famosa Escena del sonambulismo de Lady Macbeth. Un detalle para poner atención: cuando Lady Macbeth sale lentamente del escenario, Verdi le exige llegar a un Re agudo. Esta es la gran despedida pues no la volveremos a ver más.  De hecho, la exigencia es tal, que una antigua practica ha sido la de que esta última nota, que la canta Lady Macbeth fuera de escena, es ejecutada por una segunda soprano, que entra en apoyo de la ya fatigada voz de la solista.

Acto IV escena 3.

La batalla final. Veremos la realización de todas las profecías. Incluida la del nacido " no de mujer" que para fines prácticos, se explica como producto de una especie de cesárea. Dicho sea de paso, el nombre cesárea proviene del personaje Julio Cesar, de quien se sabe nació por este procedimiento.

Así concluye una obra vibrante. Queda el debate de quien ha sido más culpable: Ella? El? Esta discusión suele tener ribetes que van de lo sicológico hasta el tema de la batalla de los sexos. Toca al espectador decidir.

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