Recuerdo que en mi infancia la selección de futbol de Guatemala era una de las más temidas del área. Siendo la fuerza dominante en Centroamérica, éramos capaces de disputar con México partidos muy reñidos que solían terminar con diferencia de apenas un gol. Aquellos tiempos se fueron. Ahora estamos condenados a enfrentarnos con pequeñas islas del caribe, que sin mucha tradición futbolística ya empiezan incluso a ganarnos los encuentros.
¿Porque hemos decaído tanto en este popular deporte? Algunas explicaciones suelen ser las de la corrupción del sistema, la falta de disciplina personal de los jugadores y la ausencia de una escuela profesional que desde los primeros años guie a los deportistas. Son ciertas pero creo que hace falta señalar una muy importante. Me refiero a que hemos fallado en crear un espíritu de grupo, una causa colectiva en los equipos que haga que el esfuerzo por mejorar sea de todos en su conjunto y no solo el de apoyar a unas cuantas individualidades.
¿Se han dado cuenta que Guatemala tiene excelentes deportistas en lo individual? El esfuerzo personal ha premiado a jugadores en el bádminton, tiro, gimnasia y marcha. Pero cuando llegamos a los deportes de equipo allí es donde quedamos a deber. Ahora que hemos contratado a un técnico muy profesional y bien pagado para la selección no esperemos resultados diferentes si no hacemos un esfuerzo para que haya una causa común del equipo por mejorar su rendimiento colectivo.
¿Cuál es la lección que extraemos de ello como país? Así como la selección, si no tenemos una causa común, si no empujamos todos en la misma dirección, nos pasará las del futbol. ¿Hay temas que son esa causa común de país? Claro. La lucha contra la desnutrición, el combate a la corrupción, mejorar la educación y generar empleo son ejemplos de esa causa. Unámonos en estas tareas y estoy seguro que al contrario de lo que nos sucede en la CONCACAF, empezaremos a subir en el ranking de mejores países en donde vivir.
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